Innovación en la industria musical
Como en el resto de ámbitos de la vida, el futuro de la música profesional dependerá en gran medida de la capacidad para innovar que tengan artistas y empresarios.
Innovar no es solo una opción
La historia del Arte se encarga de ilustrar cómo la innovación permanente y la introducción de nuevos estilos ha conseguido plasmarse en obras de inusitada belleza y vocación intemporal. La música no es una excepción a esta tendencia, independientemente de si la entendemos como arte, ciencia o una notable combinación de ambas. La capacidad de innovar ha definido siempre la continuidad de la música y en la actualidad asistimos a un nuevo desafío, quizá, más exigente que ningún otro.
El cambio en los hábitos de consumo obliga a la industria musical a reinventarse casi a diario, buscando nuevas fórmulas que le permitan conectar con unos consumidores que cada vez buscan una mayor personalización en el ámbito del entretenimiento. La innovación relacionada con las nuevas tecnologías ha alcanzado ya a todos los niveles de la industria musical y salta a la vista que esta dinámica irá a más en los próximos años. Nadie quiere, ni debe, quedarse atrás.
Un nuevo paradigma de consumo
La opción de desplazarse a un establecimiento especializado para adquirir el último álbum de un grupo o un artista parece más una experiencia nostálgica que una necesidad real. La irrupción de Internet y la digitalización progresiva de todos los ámbitos de la vida tiene en el ‘streaming’ su principal evidencia en la industria musical. Este sistema consiste en el consumo directo de música a través de la red, seleccionado el usuario qué artistas, canciones o estilos desea escuchar, en qué medida y en qué momento.
La música digital gana terreno a los soportes físicos Clic para tuitear
¿Cómo se rentabiliza esto? Una pregunta nada sencilla. Las plataformas de música en ‘streaming’, la más importante de las cuales es Spotify además de las especializadas (como iTunes, solo para soportes de Apple), ofrecen servicios de suscripción en base a los niveles de consumo de cada usuario. No obstante, la captación de consumidores por esta vía es muy difícil, en tanto todavía no se ha logrado asentar el concepto de que todo lo que hay en Internet no tiene por qué ser gratuito.
En cualquier caso, los progresos comienzan a verse con nitidez. En el año 2014, la industria musical aumentó un 21% sus ingresos en España gracias al tirón del ‘streaming’, cuyos ingresos repuntaron un impresionante 36%. De esta forma, no solo se ponía fin a una tendencia muy negativa en cuanto a las cifras de negocio sino que se confirmaba que era posible hallar nuevas vetas comerciales si se consideraba a Internet un aliado y no un enemigo.
Desafíos pendientes
La industria musical sabe que no tiene alternativa a la innovación pero en su camino se encuentra todavía con obstáculos importantes. Socialmente hablando, en la mayoría de países está bien visto que los usuarios no abonen cantidad alguna por el consumo de contenidos musicales (y audiovisuales, en general). Ello tiene un impacto muy negativo en las cuentas de las empresas, dificulta la emergencia de nuevos artistas (por la escasa rentabilidad que extraen a su trabajo) y acaba derivando en una menor calidad de los servicios.
Afortunadamente, esta mentalidad está cambiando paulatinamente y ello se explica, en cierta medida, por la creciente innovación en el sector. Discográficas y artistas no pueden seguir abonados a los formatos comerciales clásicos puesto que estos están en franco retroceso. Bonos temporales, descuentos crecientes por compras de contenidos, servicios más personalizados… la innovación ha de abrirse camino.