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Ciencia y Salud

La música de la memoria

by SocialMusik15 julio, 2016

Autores:

  • David Reinado Martínez y José Antonio Gordillo Martorell. Ciutat de les Arts i les Ciències
  • Fátima Pérez. Fundación Alzheimer España.
  • Salvador Fito. Asociación de Familiares de Enfermos de Alzheimer de Valencia
  • Brian Cole. Berklee College of Music Valencia.

 

Don’t play that song for me
‘Cause it brings back memories
The days that I once knew
The days that I spent with you

 Aretha Franklin. Don’t Play That Song. Spirit in the Dark. 

«Play it again, Sam»

Casablanca

Memoria e identidad

Somos lo que recordamos ser. La memoria forma parte de nuestra identidad más íntima como seres humanos. Si tuviésemos que elegir tres rasgos que nos definen como especie éstos podrían ser la memoria –la capacidad de recordar y recordarnos-, ser curiosos y aprender.

Si hablamos de la memoria cada mañana, cuando despertamos, un increíble, complejo y distribuido sistema neuronal “preserva” y “mantiene” lo que somos, reconectándonos de manera que, sin a penas darnos cuenta y después de unas horas de descanso, volvemos a ser María, Eduardo, Luis, volvemos a tener 45 años, 23 o 5, volvemos a ir al colegio, a estudiar ingeniería o a ser miembro de una ONG, volvemos a tener una biografía como la que teníamos cuando iniciamos el sueño, volvemos a tener planes para el día –sólo porque podemos recordarlos-, volvemos en definitiva a ser quienes somos.

Y así noche tras noche, día tras días, mes tras mes, año tras año. ¿No es increíble? ¿No sería más lógico y “normal” iniciar nuestra jornada desde cero haciendo tabla rasa de nuestros recuerdos? ¿Qué ventajas presenta desde el punto de vista evolutivo el recordar respecto de no hacerlo? ¿Por qué existe un vínculo tan firme en nuestra especie entre identidad y memoria? ¿De qué forma nos ha ayudado este vínculo a llegar hasta donde hemos llegado?

La memoria actúa en nosotros como una especie de argamasa fundamental que une nuestro pasado con nuestro presente, sabiendo gracias a ello quiénes somos, y por tanto dándole continuidad a nuestra identidad.  Junto con los chimpancés, los orangutanes, los delfines y los elefantes, somos los únicos animales capaces de autorreconocernos cuando nos  miramos a un espejo. El resto de especies creen que la imagen que ven reflejada corresponde a la de otro ejemplar diferente.

Ese alarde, ese salto cognitivo cualitativo no es posible darlo sin la intervención de la memoria, de todo ese equipaje de recuerdos que llevamos con nosotros y que conforma una cierta imagen de nosotros mismos. Una imagen por cierto dinámica, cambiante capaz de transformarse a medida que nosotros mismos lo hacemos. ¿No es algo increíble que nos reconozcamos a nosotros mismos después de que nuestro aspecto físico cambie de la forma que lo hace a lo largo de los años?

Y la cosa no queda ahí porque lo fascinante es que nuestro cerebro teje esta compleja continuidad a base de sutiles e ingeniosos engaños y trucos gracias a los cuales podemos “construirnos” una realidad casi a medida, tomando como referencia nuestra experiencia: echando mano de la brocha gorda y el trazo grueso, simplificando, rellenando huecos, alternando, subvirtiendo, o directamente anulando lo que no nos conviene recordar[1] o simplemente no existe para nuestro cerebro.

Conscientes de la importancia que tiene la memoria en nuestras vidas la Ciutat de les Arts i les Ciències lleva desarrollando una serie de acciones[2] con el objetivo de divulgarla abordándola desde una perspectiva multidisciplinar y divergente; desde la física, la salud, la neurociencia, la psicología, la percepción, el arte, y por supuesto la música. Con ésta última precisamente se está llevando a cabo una potente iniciativa denominada “Remembering music” de la mano de tres excepcionales socios: la Fundación Alzheimer Espala, la Asociación de Familiares del Alzheimer de Valencia y Berklee College of Music.

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El punto de partida que nos unió a todos fue la constatación de un hecho sorprendente pero comprobado empíricamente[3]; el de que la memoria musical de un individuo resiste el embate de la enfermedad de Alzheimer y por tanto, puede emplearse como “base de operaciones” desde la que rescatar otro tipo de recuerdos asociados a la música. El lóbulo temporal, la parte del cerebro que va desde la sien hasta la zona posterior del oído es, entre otras cosas, la “discoteca” de los humanos. Ahí se gestiona nuestra memoria auditiva, canciones incluidas. Con toda la prudencia que debe aplicarse en un terreno tan resbaladizo, los resultados de la investigación aportan una pista preciosa de la cual tirar; los aspectos cruciales de la memoria musical son procesados en áreas cerebrales que no son las que habitualmente se asocian con la memoria episódica, la semántica o la autobiográfica. La memoria musical se salía de los circuitos empleados en otros tipos de memoria.

A partir de ahí nos planteamos llevar a cabo una acción basada en la musicoterapia que nos permitiera comprobar en primera persona eso que nos estaban diciendo los estudios neurocientíficos más avanzados de manera que pudiésemos hacer partícipes de todo ello y siguiendo un esquema en ondas concéntricas a enfermos y familiares de Alzheimer en primer lugar, a técnicos y músicos e intérpretes en segundo lugar, a visitantes del Museo en tercer lugar, y a la sociedad a través de la información ofrecida por los medios de comunicación sobre la actividad en cuarto lugar.

El estímulo de la investigación científica nos ha llevado a transformar el Museo en un espacio para la rehabilitación de la memoria -por tanto de la identidad del que la atesora- empleando para ello la herramienta de la música interpretada por artistas de un extraordinario talento, los estudiantes de Berklee College of Music. Con  ellos hemos llevado a cabo una verdadera tarea detectivesca para reconstruir la biografía del enfermo a partir de las canciones que fueron determinantes en su vida. Aquellas con las que se enamoró, o tuvo su primer trabajo, aquellas que sonaban en sus celebraciones familiares, aquellas que le permitió hacer amistades o conocer gente interesante. Y a partir de un repertorio sacado a la luz, mejor dicho a la nota, intentar llevar a cabo una tarea de reconstrucción de identidad de manera que la memoria musical “tire” de las otras hasta donde se pueda. La experiencia es apasionante y única. Sólo ha de observarse cómo se transforma el rostro del enfermo cuando escucha una determinada canción. Literalmente “vuelve” a ser él o ella.

Una de las constataciones que ha tenido este proyecto colaborativo ha sido el carácter poliédrico que presenta la música. Esta naturaleza íntimamente transversal nos ha enriquecido a todos. No tiene precio ver a un físico hablando del comportamiento de las ondas en el espacio con un músico no español e inspirándolo a la hora de atacar por primera vez un repertorio de este tipo tan- local, o a una terapeuta interpretar al piano “Angelitos negros” mientras otro técnico reconstruía con todo lujo de detalles la biografía tremenda de un determinado enfermo.

Y todo estaba sucediendo ante nuestros ojos a la vez ensamblándose en un trabajo divulgativo de primer orden del que a continuación desvelamos algunas claves.

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La música como sonido

El sonido y la música son parte de nuestra experiencia sensorial diaria. De la misma forma que nuestro ojos son sensores biológicos de luz[4], el oído es un sensor biológico que detecta vibraciones mecánicas. Siendo el sonido una perturbación, que produce una variación en la presión del medio material por el que viaja como podría ser el agua o la tierra -pensad en los sonidos que podemos escuchar cuando buceamos o como los animales pueden percibir los infrasonidos[5] que se generan por el movimiento de tierra en los terremotos-. Dicho esto, el sonido no puede propagarse por el vacío, no hay sonido en el espacio exterior, como excelentemente se muestra en el film de Stanley Kubrick, 2001: Odisea en el Espacio.

Todos sabemos de forma intuitiva que el sonido es una onda, ahora bien, en lugar de comenzar a describir conceptos físicos característicos de las ondas como la amplitud, la frecuencia, la intensidad, etc. Vamos a explicar los procesos físicos que se producen para que al final podamos oir. El oído desempeña dos funciones sensoriales, por un lado convierte una vibración física en un impulso nervioso, podríamos pensar en un micrófono biológico cuya señal nerviosa se encarga de interpretar el cerebro. Y por otro nos proporciona información de la posición que ocupamos respecto a la gravedad y su aceleración en el espacio. En el laberinto del oído obtenemos la información que un satélite o nuestro en un teléfono móvil se encargan de proporcionar giroscopios[6] y acelerómetros[7] electrónicos. Las estructuras externas del oído tienen una gran importancia en el proceso de la amplificación de un rango específico de frecuencias, además de reforzar la distribución espacial incrementando los sonidos en función de la posición en la que se encuentra la fuente del estímulo.  En algunas especies, por ejemplo las gacelas, su capacidad de modificar la posición de las estructuras externas del oído les dota de la posibilidad de modificar la sensibilidad direccional del sistema auditivo. Vivimos en una gran piscina de aire llamada atmósfera, y nuestro sistema auditivo tiene que solventar el problema no menor de la energía que pierde esta onda longitudinal cuando cambia de un medio gaseoso a uno líquido -solo hay que recordar lo que sucede cuando tratamos de hablar con alguien sumergido en el agua-. Se piensa que la compleja estructura del oído humano está relacionada con el hecho de que los mamíferos evolucionaron de animales que habitaban en un medio líquido. Esto contrasta con el oído de los insectos[8] que tiene una estructura más sencilla porque su entorno siempre ha sido terrestre.  De forma que la evolución de los mamíferos terrestre ha tenido que adaptarse para compensar la diferencia de impedancias acústicas[9] entre el aire y el agua. La solución para conseguirlo ha sido un mecanismo de precisión formado por el tímpano y tres huesos diminutos llamados yunque, martillo y estribo encargados de amplificar la señal antes de alcanzar la cóclea[10]. La primera amplificación debida al acoplamiento mecánico entre el tímpano, la cadena de huesecillos y la ventana oval es del orden de 1.3 veces respecto de la señal inicial. Una cantidad no del todo significativa, el secreto reside en la relación entre la superficie del tímpano (0.6 cm2) y la ventana oval (0.032 cm2), llevando la amplificación en esta zona a un factor de 17:1. El resultado en su conjunto es que la señal que llega a la cóclea se amplifica aproximadamente en unas veintidós veces más.

La cóclea esta llena de un líquido llamado perilinfa y cuyo desplazamiento causa la vibración de las células ciliadas que desplaza a sus estereocilios. Si tomamos la forma de caracol y lo desenrollamos, podemos diferenciar diferentes secciones. La sección inferior, denominada rampa timpánica y la superior, conocida como rampa vestibular, se conectan a través de un pequeño orificio llamado helicotrema, ubicado hacia el vértice o ápex del caracol. Por último la cavidad central es la partición coclear o rampa coclear.

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Figura x. Dos vistas de la cóclea desenrollada. Arriba, vista superior. Abajo, vista lateral.

La rampa vestibular se comunica con el oído medio a través de la ventana oval, y la rampa timpánica lo hace a través de la ventana redonda. La partición coclear contiene la membrana basilar, una membrana con una elasticidad variable sobre la que se encuentra el órgano de Corti. Esta característica guarda relación con la estimulación de las celulas ciliadas en la zona basal (la más próxima a la base del caracol), para los sonidos con una alta frecuencia o agudos y la zona del apical (próxima al vértice o ápex) en el caso de los sonidos de baja frecuencia o graves.

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Figura y. Representación de las estimulación de las células filiares en función de las frecuencias y la variación de la elasticidad de la membrana basilar. Siendo esta máxima en la zona basal y mínima en la zona apical.

Los mamíferos son, somos, los únicos vertebrados que poseen una verdadera cóclea, aunque las aves y los cocodrilianos tienen un conducto coclear casi recto y que presenta algunas de las mismas características.

Así funciona el sonido desde el punto de vista biofísico en nuestra anatomía. Pero ¿podemos emplear el sonido desde el punto de vista terapéutico?

La música como herramienta terapéutica contra el Alzheimer

Se cree que el desarrollo de esta compleja estructura anatómica que conforma nuestra audición queda completado sobre la dieciseisava semana de gestación. El feto puede comenzar a percibir los sonidos de su entorno, a distinguir la voz de su madre o los latidos de su corazón cuando aún está creciendo en el vientre; siendo el oído el sentido que alcanza un mayor desarrollo intrauterino.

También se cree que la audición y el tacto son los últimos sentidos que se pierden, en el momento final de la vida. La percepción del sonido se extiende, por tanto, desde antes de las palabras, hasta el momento de la despedida.

Las técnicas de neuroimagen muestran cómo el fenómeno de la percepción musical atañe a variadas estructuras de ambos hemisferios cerebrales, poniéndose en marcha una serie de procesos mecánicos, químicos y bioeléctricos para su procesamiento[11]. El área auditiva primaria está “conectada” con otras zonas cerebrales relacionadas con la memoria, el lenguaje, la motricidad y las emociones. Hay personas con afasia que, sin embargo, pueden cantar con fluidez. Pacientes con problemas para caminar debido a un trastorno neurológico, que marchan con más facilidad si escuchan, al tiempo, una música con un determinado ritmo. Canciones que son la llave a recuerdos que parecían olvidados…

La musicoterapia se define, por la Federación Mundial de Musicoterapia (WFMT, 2011), como “el uso profesional de la música y sus elementos como una intervención en ambientes médicos, educativos y cotidianos con individuos, grupos, familias o comunidades, buscando optimizar su calidad de vida y mejorar su salud física, social, comunicativa, emocional e intelectual y su bienestar. La investigación, la práctica, la educación y la instrucción clínica en la musicoterapia están basados en estándares profesionales según los contextos culturales, sociales y políticos”. Su uso terapéutico se remonta a leyendas ancestrales que describen ritos mágicos de curación. Ya Platón,  Aristóteles o la Biblia hablan sobre la influencia sanadora de la música, conformándose como profesión estructurada tras la Segunda Guerra Mundial.

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La demencia se define como “un síndrome clínico caracterizado por un deterioro adquirido que afecta a más de un dominio cognitivo, que representa un declinar respecto a un nivel previo y que es lo bastante grave para afectar al funcionamiento personal y social.”[12] La enfermedad de Alzheimer es la demencia más frecuente (60-70% de los casos). Entre los síntomas de la demencia encontramos alteraciones de la conducta y del estado psicológico, y alteraciones cognitivas. El síntoma fundamental de la demencia tipo Alzheimer es la pérdida de la memoria episódica, que se manifiesta en su inicio por una mayor dificultad para el registro de nueva información. El abordaje se realiza desde terapias farmacológicas y no farmacológicas, como es el caso de la musicoterapia. Las terapias no farmacológicas basan su efectividad en el fenómeno de la “neuroplasticidad”, término que ha sido definido por la Organización Mundial de la Salud (OMS, 1982) como “la capacidad de las células del sistema nervioso para regenerarse morfológica y funcionalmente”, tras haber sufrido un daño. Así pues, se pueden “trasladar” las funciones deterioradas a otras áreas sanas del cerebro, o regenerarse las células nerviosas afectadas, mediante un tratamiento terapéutico apropiado.

Las investigaciones acerca de musicoterapia y demencia, revelan que hay una gran base de conocimientos sobre los múltiples beneficios que esta terapia puede ofrecer tanto a las personas con demencia, como a cuidadores, familiares y profesionales, aunque aún es necesario aumentar en cantidad y calidad el volumen de investigaciones. La musicoterapia incide, especialmente, en las áreas cognitiva, emocional y conductual de personas con demencia[13].

Se puede trabajar de manera individual, grupal, y contando con la participación de cuidadores o familiares en las sesiones. Así, los beneficios se amplían también a ellos[14], y se recuperan o se crean dinámicas musicales en el hogar. Durante la semana, cuidadores y pacientes que participan en sesiones de musicoterapia cantan o bailan juntos.

El proceso terapéutico a través de la musicoterapia presenta una estructura. En primer lugar, se realiza una evaluación del estado general de la persona; y de historia sonora, y la de su cuidador, haciendo un repaso de las músicas más relevantes de su biografía, y la relación que ha tenido con ellas. Esto nos da las claves para planificar el tratamiento, y tener presente que “llaves” podemos utilizar para acceder a sus emociones y recuerdos. Se establecen unos objetivos terapéuticos, y se pone en marcha un plan de tratamiento. Si la intervención es en pareja, la propuesta es trabajar el vínculo de pareja a través de la música, muchas veces “sustituido” por el rol cuidador-paciente, que se establece cuando uno de los miembros de la pareja enferma, y que también es necesario para dar a la persona los apoyos necesarios para compensar sus dificultades. Se trata de proporcionar herramientas musicales, o no verbales, para el manejo de la enfermedad, y se busca crear un espacio donde expresar, disfrutar y relajarse a través de la música. Un lugar donde se ponen en juego, y desde el juego, las capacidades artísticas y musicales de cada participante.

Con el proyecto Remembering Music, vamos a realizar una muestra puntual de lo que sería este proceso; contando con la máxima calidad sonora que aportan los alumnos del Berklee College of Music, y pudiendo vivenciar los beneficios de la música; la cual, al ser interpretada en directo, se potencian enormemente sus efectos terapéuticos.

En la definición de musicoterapia, anteriormente descrita, se habla de su intervención, también, en ambientes cotidianos. Trasladar una sesión de musicoterapia al Museo de la Ciudad de las Artes y las Ciencias, es un claro ejemplo de musicoterapia comunitaria, con lo que esto conlleva de integración y repercusión social, en un mundo cada vez más diverso, y mediante una herramienta cada vez más potente de cohesión y comunicación grupal, y personal.

La música es inherente a la existencia humana, siendo un fenómeno universal. Sin ser un elemento “estrictamente” necesario para nuestra supervivencia, cumple funciones importantes tanto a nivel social, como individual. La investigación, como hemos visto, habla de regiones cerebrales relacionadas con la música menos afectadas, o preservadas, de ciertas enfermedades, como es el caso del Alzheimer. La musicoterapia se utiliza como coadyuvante en la rehabilitación y tratamiento de varias patologías, con resultados interesantes. Aún falta mucho por investigar, pero la música, que ocupa un gran espacio en la historia del ser humano y en nuestra propia anatomía, parece una herramienta importante que hemos de seguir aprendiendo a manejar para proporcionar una mayor calidad de vida a personas con diferentes tipos de necesidades.

La música proporciona una mayor calidad de vida a personas con enfermedades Clic para tuitear

Estimulación musical y aprendizaje en personas con Alzheimer

El Alzheimer afecta hoy en día a 44 millones de personas en todo el mundo. Según los expertos, este tipo de demencia continuará con una tendencia ascendente y se prevé que llegue a afectar en 2050 a 135 millones de personas, por lo que se convertiría en la enfermedad más importante del siglo XXI.

Los datos analizados evidencian la expansión de la enfermedad y el incremento de la población afectada desde que fuera descubierta por el neurólogo alemán Alois Alzheimer en 1906.

Actualmente en España 600.000 personas viven con esta enfermedad, la cual podría llegar a afectar en el año 2050 a 1,5 millones de personas con 40.000 nuevos casos de alzheimer cada año, según la Sociedad Española de Neurología.

La enfermedad de Alzheimer es una enfermedad que provoca una degeneración progresiva del cerebro con afectación de la memoria, la razón, el comportamiento y las emociones. Entre los síntomas, se incluyen los siguientes:

  • Pérdida de memoria
  • Dificultad para encontrar las palabras adecuadas o comprender lo que están hablando otros
  • Dificultad para realizar tareas rutinarias habituales
  • Cambios de humor y de personalidad.

(Agencia EFE SALUD (Madrid/Alejandro Parrilla/ 19-9-2014)

En la actualidad no existe ningún tratamiento farmacológico para esta enfermedad; todos los tratamientos hasta la fecha son paliativos, intentando controlar la sintomatología que provoca la demencia. En todos los casos, los especialistas deben reajustar la medicación en función al avance de la enfermedad.

Como apoyo a los tratamientos farmacológicos, los centros como AFAV (Asociación de familiares de Alzheimer) proporcionan una alternativa a la lucha contra la enfermedad. Las alternativas que se ofrecen no son para nada invasivas. Entre ellas encontramos diferentes tipos de estimulación: talleres individuales y en grupo de estimulación cognitiva, taller de lectura, Sala Snoezelen (terapia multisensorial), ejercicios guiados por fisioterapeutas (Gimnasia), actividades culturales, actividades de ocio y tiempo libre.

Todo este tipo de estimulaciones puede frenar la enfermedad, aletargándola y provocando el retraso de los síntomas pudiendo así gozar del  máximo tiempo de autonomía posible. El problema es que la involución a la que está condenado el paciente también se ve reflejado en este tipo de estimulación finalmente acaba siendo un hándicap y acaba perdiendo la destreza para resolverlas.

La música como estímulo y vínculo a los recuerdos 

Una persona con Alzheimer en primera fase de la enfermedad no puede recordar los últimos acontecimientos ocurridos (deterioro de la memoria reciente) pero si puede repetir una melodía o un patrón rítmico binario o ternario sin cometer ningún fallo.

Una persona con Alzheimer en segunda fase de la enfermedad, le cuesta reconocer a sus familiares, le es muy difícil retener información en la memoria y sufre de descoordinación, pero cuando suena una canción perteneciente a su historial musical puede llegar a reconocer la canción con tan solo los dos primeros acordes o notas de dicha pieza, puede recitar la letra con tan solo las dos primeras sílabas al igual que a pesar de la descoordinación de los miembros del cuerpo, el ritmo les reorganiza de forma que son capaces de seguir el pulso o tempo de la canción sin salirse de la rítmica e incluso bailar coordinadamente.

Una persona con Alzheimer en tercera fase no es capaz de articular palabra a causa de la afasia que provoca la demencia, al igual que la movilidad es muy, muy limitada; pero en cuanto suena una canción perteneciente a  su historial musical va a cantar la letra desde el principio hasta el final, en algunos casos sin cometer ningún tipo de fallos ni en la letra ni en la entonación.

Estos son algunos de los casos que nos encontramos cada día en AFAV. La estimulación musical puede llegar a restablecer el habla (mejora de la Afasia con ejercicios de canto), la coordinación, orientación, la concentración, el estado de ánimo, las relaciones sociales y la relajación. Aunque lo más importante y sorprendente es que conduce al paciente a acceder a recuerdos que van adheridos a esas melodías tan significativas en su vida; así se demuestra que la única forma de acceder a ellos es a través de la música, de la que ellos llaman su música y que en cada paciente lleva codificados recuerdos únicos e intransferibles.

Alzheimer y aprendizaje

 En AFAV la técnica coral no se empleó simplemente para mejorar el estado de las personas con Alzheimer, buscábamos otros objetivos más importantes. El objetivo principal era comprobar la capacidad de aprendizaje a través de la música utilizando canciones o piezas musicales nuevas y a pesar del avance de la enfermedad comprobar que esos recuerdos o información aprendida sufriendo Alzheimer quedan intactos  y no se olvidan.

Las técnicas vocales con las que trabajamos: respiración, calentamiento, ejercicios de dicción con diferentes escalas cromáticas ascendentes y descendentes, técnicas de canon y polifonía (máximo 2 voces femeninas y masculinas), diferentes idiomas (valenciano, italiano, inglés, latín, alemán) nos ha ayudado a que el paciente se motive y desee aprender más o practicar todo el tiempo lo aprendido.

Tras seis años de experiencia inmersos en esta nueva terapia, los resultados saltan a la vista y la siguiente anécdota lo demuestra.

“Persona con Alzheimer en fase uno, comienza los talleres de música, tras un año en el centro  comienza a cantar en el coro. Comienza a aprender canciones nuevas. Tras cinco años en el centro la demencia comienza a avanzar con más rapidez a fase tres. Dos semanas antes de abandonar el centro para poder ser ingresada en una residencia para disponer de unos cuidados más específicos, la paciente estaba tumbada desde primera hora de la mañana hasta última hora de la tarde, sin comunicarse a penas y dependiente de los auxiliares en todas las acciones cotidianas. En una de las sesiones de estimulación rutinarias en la sala dónde se encontraba la usuaria, otro usuario me pidió que tocara “Matilde Bella” (canción que no pertenecía a sus historiales musicales, ya que la aprendieron en el coro). En cuanto sonó el primer acorde y la primera sílaba, la paciente que estaba tumbada todo el día, se incorporó, abrió los ojos, la cantó entera, sonrió, cerró los ojos y se volvió a tumbar ante la admiración de todos los profesionales que estábamos en sala.”

La música es uno de los estímulos externos más potentes ante las enfermedades neuronales y otras demencias. Cada vez que profundizamos en este tema nos damos cuenta que surgen más preguntas ante los resultados tan positivos y beneficiosos. Preguntas que hay que intentar responder, porque quizás ahí esté el quid de la cuestión.

Referencias

  • MACKNIK, S.L. Y  MARTÍNEZ-CONDE, S. (2012). Los engaños de la mente : cómo los trucos de magia desvelan el funcionamiento del cerebro. Barcelona. Destino.
  • JACOBSEN, J.-H., STELZER, HANS FRITZ, J.T., CHETELAT, G., LA JOIE, R., y TURNER, R. (2015) “Why musical memory can be preserved in advanced Alzheimer’s disease?” en Brain, 3 de junio.

[1] Algunos de estos trucos de ilusionismo se explican de una forma muy atractiva en Macknik, S.L. y  Martínez-Conde, S. (2012). Así  mismo el taller de Ciencia a Escena “¡aLUZina! “ en el que literalmente desafiamos la percepción del visitante de distintas formas explicitando cómo su cerebro construye la realidad a través de  sus ojos, pero lo que ve no siempre coincide con la realidad. Para ello se emplean diferentes ilusiones ópticas con las que se engaña a nuestro cerebro alterando la realidad que percibimos. El contenido del taller puede verse en: http://www.cac.es/cienciaescena/t-aluzina.jsp

[2] Por mencionar sólo algunas de ellas podríamos mencionar la exposición “Memoria” realizada junto con el Exploratorium de San Francisco que ha itinerado con gran éxito de público por distintos museos de ciencia de España como la Casa de las Ciencias de Sevilla, la participación en la Semana del Cerebro en 2015 donde un neurólogo del prestigio del Doctor Miguel Laínez les explicó a estudiantes de tercer Cilo de Primaria cómo funciona el cerebro, o la magistral conferencia-concierto que impartió el eminente neurocientífico Javier de Felipe el 21 de septiembre de 2015 con motivo del Día mundial del Alzheimer con el sugerente título “la música de las neuronas”.

[3] JACOBSEN, J.-H., STELZER, HANS FRITZ, J.T., CHETELAT, G.,  LA JOIE, R., y  TURNER, R. (2015).

[4] Cuando nos referimos a la luz  lo hacemos haciendo referencia a la onda electromagnética de la parte visible del espectro electromagnético, siendo su naturaleza la misma que la de los rayos X aunque con diferente frecuencia.

[5] El intervalo audible humano se encuentra entre los 20Hz y los 20000Hz, siendo los infrasonidos los sonidos por debajo de los 20Hz y ultrasonidos los superiores a 20000Hz.

[6] Un giroscopio es un ejemplo común de movimiento en el cual el eje de rotación cambia de dirección. Este eje pivota en un punto situado a una distancia D del centro de la rueda y es libre de girar en cualquier dirección. En la vida diaria tenemos varios ejemplos, desde una peonza hasta la rueda de una bicicleta. En el caso del giroscopio electrónico, cuando éste se hace girar una pequeña masa de resonancia se desplaza con los cambios de velocidad angular. Este movimiento se convierte en señales eléctricas de muy bajas corrientes que se pueden amplificar para ser leídas por un microcontrolador.

[7] La base de su funcionamiento es un condensador, un dispositivo que generalmente está integrado por dos placas metálicas fijas y paralelas; y por un material dieléctrico, que puede ser, entre otras cosas, poliéster o papel. En el caso de los acelerómetros, una de esas placas es móvil, de tal forma que cuando se aplica una fuerza o una aceleración sobre el teléfono, la capacidad del condensador cambia en función del desplazamiento de la placa móvil.

[8] Un oído de insecto representativo consta de un tímpano directamente expuesto al aire por un lado y una cavidad llena de aire por el otro.

[9] Se conoce como impedancia de un fluido al producto de la densidad de dicho fluido por la velocidad del sonido en el mismo. La frontera entre dos materiales de diferentes impedancias se denomina interfase acústica. Cuando el sonido choca contra esta interfase acústica con una incidencia normal, parte de la energía del sonido es reflejada y parte es transmitida a través de dicha frontera.

[10] La primera estructura del oído interno en recibir el estímulo mecánico es la ventana oval, seguida de una cavidad llena de líquido llamada cóclea, con forma de caracol, donde se encuentran las células ciliadas receptoras y en cuyo extremo encontramos la ventana redonda.

[11] Música y Neurología. Arias Gómez M. Neurología, 2007. 22(1), 39-45.

[12]Grupo de trabajo de la Guía de Práctica Clínica sobre la atención integral a las personas con enfermedad de Alzheimer y otras demencias. Guía de Práctica Clínica sobre la atención integral a las personas con enfermedad de Alzheimer y otras demencias. Plan de Calidad para el Sistema Nacional de Salud del Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad. Agència d’Informació, Avaluació i Qualitat en Salut de Cataluña; 2010. Guías de Práctica Clínica en el SNS: AIAQS Núm. 2009/07

[13] García Valverde E. Guía de Orientación. Musicoterapia en personas con demencia. Centro de Referencia Estatal de atención a personas con enfermedad de Alzheimer y otras demencias de Salamanca. Imserso. 2014

[14] Home-based music estrategies with individuals who have dementia and their family caregivers. Hanser SB, Butterfield-Withcomb J, Kawata M. Journal of music therapy.  48(1), 2011. 2-27.

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