¿Por qué no vamos a los conciertos?

by Mario Mora15 septiembre, 2015

Seamos sinceros: las actividades musicales en España padecen una enfermedad. Algunos dirán que están en coma; otros sin embargo pensarán que es la tos carrasposa de siempre. Es tan difícil de saber como de comprender cómo la mejor música del mundo, realizada por los músicos más extraordinarios del planeta, es escuchada en muchas ocasiones por butacas vacías.

Atrevámonos a decir que nuestro país tiene una actividad cultural bastante intensa. Conciertos y festivales por rincones inimaginables, orquestas de allá que vienen a nuestras capitales, y músicos de aquí de primerísima calidad que nos deleitan si el programador de turno ha tenido a bien contar con ellos. Pero sigamos siendo sinceros y confesemos que en innumerables ocasiones hemos dejado pasar esas oportunidades de disfrutar de la mejor música en directo. Y continuemos atreviéndonos a decir que una butaca vacía en un concierto de esta calidad debería considerarse un crimen.

¿Y por qué sucede? ¿Por qué seguimos, muchas veces, prefiriendo quedarnos en casa antes que salir, abrir la puerta y dirigirnos a ese auditorio? Podemos analizar alguno de los parámetros que afectan (o no) a esta decisión:

Precio: ¿son caros los conciertos? En su mayoría, no. Hay infinidad de ofertas de conciertos gratuitos (si eso es bueno o malo para la música, lo trataremos en otra ocasión), y por lo que te cuestan 2 cañas y una ración puedes disfrutar de la mejor música tocada por las mejores orquestas. Además, a modo de reclamo, muchos son los ciclos que ofrecen descuentos de estudiantes, de última hora… Comparado con el coste de otras actividades cotidianas, los conciertos de música clásica en España son baratos.
Horario: No es algo que deba programarse sin cuidado. Si el concierto es demasiado pronto (muchos comienzan a las 19:30), los comerciantes no podrán asistir. Si comienza demasiado tarde (en el Auditorio Nacional es frecuente el horario de 22:30), pueden parecer horas intempestivas para salir de allí entre semana. Si se emplaza al fin de semana, la gente puede estar fuera, y si es entre semana… en definitiva, nunca existirá el horario perfecto. Pero al mismo tiempo, hay horarios para todos los gustos.
Duración: Es posible que los conciertos sean demasiado largos. Cuántos hemos sentido alguna vez esa sensación de “¿quedará mucho para acabar?”. Hay que tener muy en cuenta que lo bueno si breve… pues eso, que no me dé dos tazas.

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Lugar: ¿Y si sacásemos la música de los auditorios? ¿Y si escuchásemos esa música en la puerta de ese mismo auditorio? ¿O en un magnífico entorno? Dejen de soñar… esto ya se hace. Cosas tan originales como las que hizo el festival Música en Segura y que llamó “Concierto Progresivo”, un concierto que se desarrolló por distintos rincones de un mismo entorno: no hablamos de un pasacalles, si no de la posibilidad de contar con 4 ó 5 escenarios para un mismo evento. Original, ¿no? Ya quedan menos excusas para no ir a los conciertos.
Intérpretes: Este es el punto que más puede cojear. En España, la gestión cultural ha estado muchas veces en manos inadecuadas. Todos hemos conocido casos en los que el amigo del programador disfruta de sitio preferente en el escenario de su festival. Hoy en día, es algo que comienza a tratarse con mimo: se crea una teoría bajo esa práctica y los interesados pueden incluso formarse en gestión cultural. Todo parece indicar que la programación de los principales ciclos y festivales que conocemos está destinada a mejorar a pasos agigantados.
Programa: Tanto podríamos hablar de los programas que… lo haremos en otro artículo.

Se acabaron las excusas: vayamos a los conciertos.