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La música también discrimina a las mujeres
Las mujeres nunca lo han tenido nada fácil para desarrollar una carrera musical. De los desprecios evidentes que recibían hasta comienzos del siglo pasado, hemos pasado a la discriminación silenciosa sufrida a día de hoy.
Pero, ¿realmente existe esa discriminación?
Para contestar a esa pregunta lo mejor es conocer algunos ejemplos y datos. La Orquesta Filarmónica de Viena, una de las más antiguas y prestigiosas del mundo, que fue fundada en 1842 no aceptó a mujeres entre sus miembros de pleno derecho hasta 1997. Esta filarmónica, famosa por ofrecer el tradicional concierto de Año Nuevo que cada año se retransmite en más de 80 países, es tal vez uno de los ejemplos más significativos.
El caso de España tampoco es para tirar cohetes. En 2011 solo el 31% de los más de 2.000 intérpretes que conformaban las 27 orquestas mantenidas con fondos públicos eran mujeres. Ninguna mujer era directora de orquesta titular. Hoy en día la situación no ha mejorado mucho, solo tres orquestas sinfónicas en España cuentan con una directora. En comparación con Alemania o Reino Unido, España arrastra un retraso de más de veinte años.
¿Son las mujeres peores instrumentistas que los hombres?
Todo lo contrario, las mujeres han demostrado tener una especial sensibilidad y sutileza a la hora de tocar cualquier instrumento. El problema reside en el conservadurismo que todavía se impone en el género sinfónico. Por ejemplo, hasta bien adentrado el siglo XX estaba muy mal visto que las mujeres tocaran el violoncello porque se debe colocar entre las piernas. Mientras que los instrumentos de gran tamaño, a excepción del piano o el arpa, eran terreno exclusivo de los hombres, la parcela para las mujeres quedaba reducida a instrumentos de timbre agudo.
Las mujeres tienen un papel imprescindible en la música Clic para tuitear
La absurda discriminación histórica de la mujer
«No hay compositoras, nunca las hubo y posiblemente nunca existirán» fue una frase pronunciada por el prestigioso director de orquesta británico, Thomas Beecham. No podía estar más equivocado con su afirmación cargada de rotundidad y machismo a partes iguales. Desde tiempos inmemoriales se ha argumentado que las mujeres tenían demasiado temperamento para formar parte de una orquesta o que su técnica era peor.
Cecilia Rouse y Claudia Goldin en su estudio «Orquestando la imparcialidad: el caso de las audiciones a ciegas en las músicos femeninas» demostraron que la proporción de mujeres componentes de orquestas sinfónicas subiría un 50%, respecto a los datos actuales, con el simple gesto de colocar un panel que impidiera conocer al jurado el sexo del aspirante. Así lo hicieron en Estados Unidos con el consiguiente ascenso del número de mujeres en las distintas orquestas sinfónicas.
Es hora de cambiar de rumbo. La escasa presencia de las mujeres como destacadas concertistas debe quedar en la memoria colectiva para que no se repita. Los vientos de cambio ya empiezan a soplar.
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