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¡Que no me toquen lo clásico! La música y el buen gusto

by Marta Arias30 noviembre, 2015

Nochebuena. Estamos cenando en casa de la abuela, primos, tíos, y todo el personal que entre alrededor de una mesa-camilla extendida. Apenas se pasan los postres y entre risas, alguno de los más atrevidos se pone a entonar algo: un villancico, o cantos regionales, o clasicotes variados. Alguien da a la copa con una cucharilla, otro hace ritmos con el cascanueces sobre la mesa, una pandereta aparece mágicamente en las manos de un cuñado y otro utiliza un gadcheto-brazo para agarrar una guitarra a medio afinar. Los niños dan palmas y mueven las caderas arrítmicamente pero con gracia. Y ya está el chiringuito montado. El vino ha hecho su función, y la música también.

Amigos músicos que leéis estas líneas. Honestamente, ¿qué habéis ido sintiendo durante esta descripción? ¿Os ha dado aunque sea un poco de repelús?

El “hipster” académico

Si la respuesta es mínimamente afirmativa, puede que tenga que daros la bienvenida al mundo del “buen gusto”, esta vez en el peor de los sentidos: la posición del que se ha especializado tanto que rechaza disfrutar de lo más simple. El sociólogo Pierre Bourdieau hablaba del sentido social del gusto como la última manifestación de discernimiento, la necesidad de demostración de educación. El “buen gusto” permanecería entonces como (¡horror!) uno de los últimos coletazos de la lucha de clases.

En este artículo, Miguel hablaba sobre el “elitismo para todos”: el acercamiento de la que hasta ahora ha sido la música elitista (clásica, de auditorio y cuello almidonado) a todos los públicos y escenarios, para desmitificar esta visión pedante de la llamada música clásica. Una medida fenomenal para romper con estas absurdas barreras; y sin embargo, pienso que el trabajo para entender la música para todos tiene que ser bidireccional.

¿A cuántos de nosotros, músicos académicos, nos daría sudores fríos observar la estampa antes descrita, escuchar al tamborilero del pueblo, acompañar a nuestra sobrina a un concierto de teenagers o cantar electrolatino mientras limpiamos la cocina?

El sentido social de la música vs El hipster académico Clic para tuitear

Las funciones de la música

La etnomusicología (otra gran desconocida) no se encarga solamente del estudio de las músicas tradicionales, sino de aportar una visión sociológica y humana a los fenómenos musicales. La música no es solo música, también puede tener un significado y cumplir una función. El célebre antropólogo John Blacking defendía que el desarrollo de la técnica que se ha dado en la música de occidente trae consigo un cierto grado de exclusión social.

“Ser una audiencia pasiva es el precio que algunos tienen que pagar para ser miembros de una sociedad superior, cuya superioridad se sostiene en la habilidad excepcional de un limitado grupo de elegidos”.

Y no nos confundamos, no se trata de de ignorar toda nuestra educación musical: se trata de ampliar nuestro campo de visión. Hay mucho que rascar en la música más allá de una interpretación exquisita o un estilo consagrado por la historia del arte: se trata de vivir la música cumpliendo no sólo su función estética, sino su función dinámica, de relación social y de expresión personal.

“Niño. Y tú que eres músico. ¿Por qué no te arrancas con una estrofita?”

Pensad en los viejos del futuro. Un hogar del jubilado en que nadie cante porque son grado superior en violonchelo. Familias en Nochebuena reunidas entorno a un iPad 14.0 3D viendo hologramas de conciertos de la Berliner.

Un gran poder conlleva una gran responsabilidad. Y a veces la responsabilidad es olvidar lo perfecto que sabes hacer todo, y sencillamente…disfrutarlo.

Marta Arias
Fisioterapeuta, flautista, musicóloga y musicoterapeuta. Parte del proyecto musical y cultural Voces del Más Acá
1 Comments
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  • 1 febrero, 2016 at 13:16

    Muchas gracias Marta, por poner por escrito lo que cada vez es una necesidad mayor: abandonar la torre de marfil de la erudición y abrirse a lo sencillo: disfrutar de la música en todas sus formas y expresiones.

    En los conservatorios muchas veces se nos desconecta de ese otro mundo musical mucho más simple de quienes no han estudiado. Pensamos que más estudio y más saber= mejor. Yo creo que lo más importante es disfrutar, y pienso que de eso podemos aprender mucho quienes nos hemos enfrentado a tantas exigencias, exámenes, pruebas, jucios, etc: volver a conectar con el disfrutar, como lo hacen quienes no tienen grandes expectativas y simplemente… hacen música.

    Saludos!

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