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Pedagogía

Las ventajas de tocar de oído

by Albert Sunyer18 abril, 2016

NOTA PREVIA: El lenguaje musical es necesario para la mayoría de los músicos y es un acierto incorporarlo como asignatura en los currículos; existen grandes profesores/as de esta asignatura que hacen maravillas con la misma y lograr formar mejores músicos que no muchos profesores/as de instrumento con nuestra limitada visión de la música. Ahora bien…

Es indudable que la transmisión de la música por vía escrita supone un importante avance que permite que podamos interpretar una obra sin necesidad de haberla escuchado nunca. Esto es especialmente útil en la música de conjunto. Otra cosa muy distinta es considerar que no existe nada más allá de la música de transmisión escrita, obviando las deficiencias que este sistema tiene: el primero es que, por muy perfecta que sea la escritura, existen múltiples aspectos de la interpretación que no pueden plasmarse en el papel, de modo que la transmisión oral obliga a importantes ejercicios de memoria, pero permite transmitir más fácilmente el “alma” de la obra. El segundo es que la notación musical se realizó para un estilo muy determinado y, fuera del cual (la música clásica), la brecha entre lo que hay escrito y lo que realmente debe sonar es grande; por no hablar de lo increíblemente complicada que se vuelve una partitura de música moderna, por sencilla que esta sea, sobretodo desde el punto de vista rítmico. Pero estos problemas se vuelven más importantes en la educación musical: el exceso de confianza en la lectura “atrofia” en cierta manera el trabajo del oído, el estudiante se centra tanto en la lectura que se olvida de “escucharse”. Esto no sucede en el aprendizaje oral (o con grabaciones) y memorístico de la música, ya que tenemos que estar siempre atentos a la fidelidad de la reproducción musical.

Pero el mayor de los problemas es el intento de obligar a los niños y niñas a aprenderse nociones teóricas de la música y del lenguaje musical mucho antes de que le aparezcan en la vida real. Este es un problema general del aprendizaje teórico, que tiene unos efectos devastadores en la curiosidad innata del ser humano: por una mala temporalización de los contenidos se nos facilitan respuestas a preguntas que no nos hemos hecho y no se nos da la oportunidad de ser nosotros quien nos las planteemos.

Así, muchos países en los que la lectura musical no está “emancipada” en una asignatura propia, va incorporando las nociones teóricas a medida que aparecen en la partitura que el alumnado debe tocar, de manera que le encuentra un sentido práctico y una aplicación directa. Desgraciadamente no sucede así, al menos en muchos centros educativos en los que el solfeo y la teoría va por un lugar y el aprendizaje musical con instrumento va por otro.

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Los ingleses no suelen trabajar con aprendizaje previo del solfeo, sino que es en las clases instrumentales en las que van adquiriendo esas nociones a medida que van apareciendo en esas partituras; muestra de ello son los libros de aprendizaje instrumental de dicho país, que incorporan las nociones del solfeo a medida que el alumnado debe interpretarlas. Es curioso que suceda esto en el Reino Unido porque es también allí donde, en el currículo oficial de lengua inglesa no dan nociones teóricas de gramática o de sintaxis que sí damos en España (incluso en la clase de inglés)…Está claro que tienen unas lagunas importantes en la formación, lo cual se puede poner en evidencia en el momento en que alguna situación de la vida les obliga a analizar morfológica o sistemáticamente oraciones. Lo que sucede es que este tipo de situaciones no suelen aparecer en la vida cotidiana salvo que seamos filólogos. Pero no es descabellado pensar que muchos de los flamantes escritores de la importante tradición literaria inglesa no haya estudiado conceptos teóricos de carácter lingüístico sin los cuales en España no podemos obtener el título de bachiller.

La otra razón por la que es curioso el caso de Reino Unido es porque sus músicos clásicos son especialmente hábiles en la lectura de partituras con el instrumento. De hecho, una de las razones por las que sigue siendo rentable grabar discos con orquestas inglesas, a pesar de que el salario por sesión es mayor que el de las orquestas checas o húngaras es que los ingleses necesitan muchas menos sesiones de ensayos y son capaces de realizar una grabación de gran calidad a primera o segunda vista. Esta habilidad les ha permitido seguir siendo competitivos en un mercado globalizado.

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Creo que, el problema de fondo y, sin tratar de hacer una apología de la ignorancia, es el lugar dónde situamos la necesidad de profundizar en unos conocimientos; diferenciando el “modo usuario” del “modo investigador”, por decirlo de algún modo. Muy pocos conocen los lenguajes de programación de los programas informáticos que utilizan para diseñar, proyectar, componer o crear auténticas maravillas. Los americanos tienen clara la importancia de aprender dicho lenguaje, cosa que aquí está reservada para las personas que realizan estudios superiores de informática.

Nuestro sistema educativo está lleno de conocimientos teóricos que se imparten por tradición y, por el simple hecho de que los profesores que lo imparten lo dominan y se sienten muy cómodos explicándolos como a ellos se los explicaron en la universidad o en el instituto. El problema es que dichos conocimientos se quedan aislados del resto del conocimiento, con enormes dificultades para establecer nodos con otras aplicaciones prácticas y quedan en letargo hasta que caen en el olvido por la inanición. Sin embargo, cuando alguien se le ocurre plantear que dichos conocimientos no deberían formar parte del currículo oficial y deberían estar relegados a quienes tengan más posibilidades de encontrarle una aplicación práctica, hay un diluvio de acusaciones de descapitalizar el conocimiento profundo o de formar a los estudiantes únicamente de cara al mercado laboral.

Y así, seguimos enseñando cursiva a los niños pequeños en lugar de enseñarles a expresar sus sentimientos a través del lenguaje como medio para compartirlos o empatizar; enseñamos solfeo en los colegios en lugar de hacerles ver la utilidad de tener siempre una música adecuada que nos permita vivir la vida de una manera más intensa, o a participar del hecho creativo de hacer música, o de cantar o tocar instrumentos en grupo. Les enseñamos a descomponer oraciones complejas, pero no a entender las múltiples maneras de expresar un hecho, una vivencia o un sentimiento a través del lenguaje con toda su riqueza y variedad de matices. Les enseñamos los tres tipos de condicional en inglés, pero son incapaces de tener una conversación básica en dicho idioma. Les enseñamos a diseccionar poemas como antes se diseccionaban ranas, pero no a emocionarse con la poesía.

El problema es que, por la comodidad del profesorado y la rigidez de los planes de estudios en nuestro país, se van quedando en la cuneta las posibilidades de los niños y adolescentes de ser más felices investigando, creando, escuchando, expresándose o sintiendo.

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Albert Sunyer
Componente de la Plataforma para la Renovación Pedagógica en las Enseñanzas Musicales (rem.org.es). Profesor de fagot; ha sido director del Conservatorio "Francisco Guerrero" de Sevilla, Asesor de Enseñanzas Artísticas Superiores de la Consejería de Educación de Andalucía, coordinador del I Máster de Interpretación Orquestal de la Universidad Internacional de Andalucía, coordinador de las Enseñanzas Profesionales de la Academia de Estudios Orquestales de la Fundación Barenboim-Said y fundador de Juventudes Musicales de Gijón.

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