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Existen dos tendencias en la concepción de la educación, una que define como objetivo la preparación para el futuro poniendo más énfasis en su capacitación para el mercado laboral y otra que establece como objetivo la formación íntegra de la persona, poniendo más énfasis en su cultura y en su espíritu crítico. La primera acusa a la otra de ser demasiado idealista, la segunda a la primera de trabajar para las grandes corporaciones formando mano de obra sumisa y con el fin orwelliano de perpetuar las estructuras existentes.
La primera potencia currículos tremendamente centrados en aquellas competencias que tienen una mayor aplicación práctica o que se encaminan hacia las salidas laborales más demandadas y a su vez, reduce el peso de aquello que se considera accesorio y cuyo único objetivo parece ser dotar a las personas de una cultura general. La segunda no elabora los currículos conforme parámetros laborales del presente y considera que ciertos conocimientos sin aplicación práctica en el ámbito laboral son vitales: educación cívica, artes y cultura universal, historia, etc.
A mí las dos me convencen en cierta medida: está muy bien fomentar el espíritu crítico y la cultura general, pero lo que está en la base de la pirámide de Maslow es la subsistencia y ahí las oportunidades laborales tienen mucho que decir. Lo que no me convence es la parte negativa de las dos tendencias: de la primera, el planificar oportunidades laborales del futuro con parámetros del pasado, dejando de lado aspectos como la creatividad, que eran un lujo o un problema en la sociedad industrial pero son la única oportunidad en la post-industrial. De la segunda, lo que no me convence es el interés por seguir volcando datos sobre un alumnado que lo olvidará tras el examen y que nunca más utilizará por el simple hecho de que es lo que han estudiado las generaciones anteriores, es lo que sabe hacer su profesorado y es lo que introducen las autoridades en los currículos para no tener problemas sindicales.
No se si tiene mucho sentido preguntarnos por las salidas laborales en el ámbito musical cuando la mayoría de las personas que acceden a estas enseñanzas no llegarán a ser profesionales. Quizá mejor hacerse otras preguntas:
Un compañero me cuenta que cuando el alumnado de guitarra termina sus estudios en nuestro Conservatorio y logra encontrar una Escuela de Música donde impartir clases tiene que volver a estudiar para aprender todo aquello que no le hemos enseñado y que es lo que le piden las Escuelas (acordes, pop, flamenco, guitarra eléctrica, cifrado americano, saber acompañar una melodía sin pedir la partitura, etc..); no digo nada si, en lugar de profesor de esa escuela quiere ser músico de estudio o acudir a las ofertas de empleo que hay fuera del sector público. Cuando se lo planteo al resto de profesorado, me explican con razón que ellos fueron seleccionados y contratados para algo que hacen muy bien, formar instrumentistas para superar las pruebas de acceso al grado superior, donde seguirán ahondando en un repertorio clásico-romántico que les permitirá ser buenos intérpretes y ganar concursos, dar recitales o superar oposiciones de Conservatorio. Si ellos se distraen con todos esos accesorios en la formación no podrán alcanzar con tanta eficacia el objetivo de ese alumnado que obtiene buenas calificaciones. El problema es saber cuántos instrumentistas-repertoristas formados por nosotros terminará estudiando el grado superior, cuántos licenciándose, cuántos de ellos terminarán subiendo a escenarios a interpretar esa música que le estamos enseñando y cuántos de ellos lo harán con un caché que les permita vivir profesionalmente de ello.
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En la película de Ingman Bergman Saraband, la nieta del protagonista, una violonchelista que está preparando las pruebas de acceso al Conservatorio Superior, decide que quiere ser músico de orquesta y que, por tanto, en lugar de ir a estudiar al Conservatorio realizará pruebas en diferentes orquestas para acceder a sus Academias. En España, para ingresar en orquestas no se requería titulación; ahora el “problema” se está “solucionando” para gloria de quienes vivimos de expedir títulos. En instrumentos orquestales enseñamos a nuestro alumnado a tocar multitud de conciertos solista, intentando en todo momento encontrar el más difícil todavía y despreciando los que ya son de cursos superados. No creo que llegue al 0,1% lo/as que llegarán a ponerse de pie delante de una orquesta e interpretar uno solo de esos conciertos. En esas Academias les forman en el repertorio sinfónico y en los contadísimos conciertos que encuentran en todas las pruebas de selección de orquestas profesionales. La música de cámara es una asignatura de relleno en muchos conservatorios, sin embargo, las posibilidades de poder recibir algún tipo de remuneración como grupo de cámara es mucho mayor que la de hacerlo como solista.
La razón de ser de los Conservatorios es la necesidad de una formación musical precoz para adaptarse a las edades con mayor desarrollo psicomotriz. Así, las mejoras técnicas con un instrumento en la infancia y la adolescencia son mucho mayores que en la edad adulta. Sin embargo, con 16 años comencé a recibir clases de estética de la Música sin entender nada de las querellas entre Gluckistas y Piccinistas. En la edad adulta, mis posibilidades de mejorar técnicamente como instrumentista son mucho menores que las de seguir aumentando mi cultura musical y mis conocimientos teóricos. Un contrabajista inglés me comentó un día que los músicos españoles teníamos menos posibilidades porque en la edad de estar tocando mucho tiempo lo pasábamos estudiando música sin instrumento. El currículo LOGSE reservaba el peso de las asignaturas teóricas a los años del bachiller pensando que todo el alumnado que estaba en Conservatorio cursaría el bachiller musical y, por tanto esas asignaturas no suponían un incremento sino la sustitución de asignaturas teóricas del bachiller no relacionadas con la música por asignaturas teóricas del Conservatorio.
El plan de Bolonia apuesta por una combinación de profesorado de perfil investigador y con formación pedagógica (normalmente los catedráticos) con profesionales del ámbito laboral que, tras años de experiencia en el mundo real, quieran dedicar parcialmente un tiempo de su vida en formar futuros profesionales en la Universidad. El perfil de ambos es radicalmente diferente, pero son complementarios para la formación. Lógicamente cada uno da lo que hace bien. Así, lo lógico sería que el alumnado no buscara convertirse rápidamente en profesor, salvo que tuviera clara su vocación y se centrara en una formación específica en la que se le diera todas las herramientas. Lo lógico sería que viviera la música de manera práctica, adquiriera experiencia como intérprete y, después, con la madurez y la experiencia adquirida dedicara un tiempo a formar intérpretes o incluso retirarse de la vida activa en los escenarios o los estudios de grabación con esta nueva actividad. Lo que no tiene lógica es formar intérpretes sin preparación e incluso sin vocación pedagógica que se conviertan en profesorado (en muchas ocasiones frustrado) que formará intérpretes que terminarán siendo profesores, ocupación para la que no han sido formados.
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La enseñanza musical debe formar músicos, más que intérpretes, que puedan ser capaces de encontrar en la música un medio de expresión que les proporcione felicidad y que les haga disfrutar de una manera especial en la mayor cantidad de ámbitos diferentes de su vida (acudiendo a conciertos, escuchando música, tocando en agrupaciones, tocando en la intimidad o sumándose a manifestaciones lúdicas donde la música está presente de manera espontánea). Para ello es necesario que su profesorado y el plan de estudios sea sensible a ello, que les marque un camino abierto y flexible en el que cada uno se encuentre cómodo/a con sus propias expectativas. Alguno/as de ello/as sentirán tal pasión por la música que querrán convertirlo en su modo de vida, en ese momento tendrán una base lo suficientemente amplia como para que puedan recibir con éxito una formación específica hacia aquellos ámbitos de la música en los que tenga mayores posibilidades de éxito. Si desde el principio siente vocación por transmitirles esa pasión por la música a nuevas generaciones se formará conociendo docentes, pedagogos, recursos didácticos y metodologías. Aprendiendo cómo piensa un niño/a y cómo evoluciona y sabiendo cómo aprovechar la experiencia docente que vaya adquiriendo para seguir mejorando como profesional. En ocasiones, dicha formación no le permitirá seguir disfrutando de su actividad musical, pero en ese momento dicha actividad pasará a un segundo plano.
Otras personas que hayan encontrado en la interpretación o la creación músical un modus vivendi pueden, en otro momento de su vida, sentir la necesidad de propagar la experiencia acumulada en aquellos músicos que también quieren ser profesionales. Las autoridades educativas inteligentes aprovechan ese capital y buscan fórmulas para integrarlos en el sistema educativo; las reúnen en centros donde estudian las personas que mejor pueden aprovechar esa experiencia y no realizan mezclas exóticas (no ponen a perfiles de catedráticos en colegios de primaria ni a maestros a dirigir tesis doctorales)
El alumnado que haya encontrado su vocación en otra actividad no relacionada con la música, podrá tener el resto de su vida este arte como un aliado para ser mejor persona, ser más feliz o para integrarse en su entorno social. No guardará recuerdos negativos sobre su etapa formativa, porque nunca habrá sentido la presión de tener que alcanzar una meta que no estaba dentro de sus posibilidades ni de sus expectativas. Siempre habrá encontrado un grupo, un tipo de centro y de enseñanza y un profesorado que se habrá adaptado a sus expectativas y por tanto no habrá sentido la frustración de no ser lo que todo su entorno pretende que sea. Habrá disfrutado tocando, cantando y subiendo a un escenario, porque eso es lo natural; y le quedará una semilla en su interior que germinará más tarde o más temprano, y en otra edad ingresará en un coro, o seguirá tocando en una agrupación amateur, o simplemente irá al auditorio de su ciudad y disfrutará de aquellos quienes la interpretación musical ha sido el centro de su vida profesional.
Cada vez me doy más cuenta de que no hay buenos ni malos alumno/as como tampoco hay bueno/as y malo/as profesore/as, el problema es no saber poner a cada uno de ellos en su lugar adecuado y darles las herramientas adecuadas; y su lugar es aquél en el que pueda desarrollar al máximo sus cualidades y su potencial.
¡Excelente exposición! Ambas tendencias son como repetición y creación, según describe J. Attali. Desafortunadamente en Vzla con el auge de los medios de comunicación y el sistema de orquestas, la creatividad y la originalidad han mermado por décadas. Digamos desde la época de Vicente Emilio Sojo, que ocurrieron festival latinoamericanos con muy buenos encuentros. La sociedad ha decaído terriblemente hasta parecer una colonia cubana. La sociedad y la música están igual de desorientadas. Hay mucha gente estudiando, esperando emigrar con sus altos niveles de ejecución instrumental. Pero no hay promoción para artistas originales, ni en el ambiente académico ni en el popular.
La música es una clara representación de los procesos sociales, anticipando muchas veces las transiciones.
Muchas gracias lo compartiré.
Disculpe señor Ryan Revoredo Chocano, pero su mensaje tiene un matiz xenofóbico y totalmente fuera de foco al decir que en su país «La sociedad ha decaído terriblemente hasta parecer una colonia cubana» aunque pudiera asumirse como un burdo intento de querer mezclar lo ideológico con lo musical, resultando su comentario un adefesio cargado de ignorancia. Debería ilustrarse, informarse un poco más antes de usar inadecuadamente el gentilicio cubano. Asumiré que lo hace por ingenuidad y no por mala intención, pero aún así resulta muy ofensivo.
Mi pregunta es.. qué hacer con un niño de 11 años que tiene una capacidad innata para la música en muchas de sus facetas (entonación, ritmo, gracia, agilidad con los dedos, imaginación, alegría…) pero que no soporta volver a las clases de música porque le obligan a estudiar (y odia) el solfeo?
Quizá aquí está parte de la respuesta:
http://socialmusik.es/ventajas-tocar-de-oido/
Gracias por el artículo. Comparto en redes.