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Pedagogía

¿Instrumentistas o pedagogos?

by Miguel Rodríguez30 septiembre, 2015

Tocar o enseñar, esa es la cuestión.

Una de las grandes dudas que los estudiantes de música suelen tener es qué profesor elegir a la hora de encarar el Grado Superior. Y no es para menos, ya que estamos hablando de alguien que marcará tu devenir profesional durante cuatro años si no hay sorpresas. Doy por sentado que todo el mundo es consciente de que la elección del lugar donde estudiar se ha de hacer por el profesor que vamos a tener, ya que por muy bueno que sea el centro, si el docente nos va a perjudicar de alguna manera, apaga y vámonos – si se me permite la expresión. No obstante si os pica la curiosidad aquí os dejo el resumen de mi colaboración en las Jornadas de orientación profesional que organizó en febrero el centro integrado de música y enseñanza secundaria  “Federico Moreno Torroba” recogido por Miguel Galdón.

Con este punto claro podemos avanzar al tema que nos ocupa hoy:

¿Profesor que toque o que enseñe?

Entiéndase que por “tocar” quiero decir aquel primer atril de una orquesta o mejor aún, un instrumentista que desarrolle una carrera como solista tocando con agrupaciones de todo tipo. A priori este último puede ser muy beneficioso por dos razones: Si alguien toca muy bien es lógico pensar que conocerá su instrumento y por lo tanto podrá ayudarnos con problemas técnicos que nos surjan a lo largo de nuestros estudios. Además – para qué engañarnos – mejor contar con alguien en activo a nuestro lado ya que cara a tener oportunidades laborales siempre podrá recomendarnos o ayudarnos a desarrollar nuestra carrera profesional.

Dicho esto vamos a los contras habituales de este tipo de profesores. No se vosotros, pero yo me he encontrado con compañeros – afortunadamente no ha sido mi caso – que se quejaban de que los docentes de los que se supone deberían aprender, simplemente se preocupaban de dar sus horas, tocar sus obras y poco más, puesto que lo importante para ellos era, en realidad, la orquesta de la que formaban parte. Otro problema que también se da es el solista que tiene todo el mes lleno de conciertos y te tiene que dar dos o tres clases en un mismo fin de semana. Un cambio de clase es comprensible e incluso a veces necesario, pero según qué cosas son inaceptables.

Más posibles desventajas – siempre posibles, ojo – son, por ejemplo, las facilidades del profesor. Como todos sabemos, no hay dos alumnos iguales, y por lo tanto no hay dos formas iguales de resolver problemas a la hora de interpretar un pasaje, de solucionar una cuestión técnica, etc. El buen profesor ha de ser flexible para ofrecer alternativas, algo que los “genios” con grandes facilidades no suelen saber hacer porque no se han tenido que enfrentar – por fortuna para ellos –  a las situaciones que el común de los mortales sufrimos con nuestros respectivos instrumentos. Repito que no tiene por qué ser el caso, pero puede ser que ese profesor tan fantástico que tiene un control del fiato increíble no sepa cómo hacer para que tú, alumno, lo consigas. Y es que para él es un recurso natural, nunca se ha tenido que preocupar por ello.

¿Prefieres un profesor que toque o que sepa enseñar? Clic para tuitear

A todo esto hay que añadir la condición de tutor que tienen los profesores de instrumento en los conservatorios superiores, esa especie de guía que más allá de enseñarnos ha de aconsejarnos y ayudarnos. Sumar la situación actual a la competitividad habitual en el sector y las interminables horas de cabina puede dar lugar a situaciones nada positivas para el bienestar emocional de un alumno, y eso es algo que debería – recalco debería – de ser capaz de gestionar el docente en el aula. Esto es independiente de solistas o no solistas, simplemente creo que es mejor poder contar con apoyo dentro de la clase y no solo ir a ver qué pasa con el concierto o los estudios de la semana.

Con todo esto sólo quiero hacer ver que la docencia es mucho más que conocer la materia, que tiene muchos matices y el profesor ha de hacer por ayudar no solo a mejorar dentro de su materia, sino a abrir los ojos a la realidad – no todos vamos a poder tocar en orquestas – y dejar que cada uno desarrolle su carrera como mejor pueda, sin frustraciones ni presión excesiva. Y es a los alumnos a los que les corresponde exigir esto.

Miguel Rodríguez
Fagotista, escritor y gestor cultural. Director técnico en la Barbieri Symphony Orchestra y colaborador en Conciertos Vitoria S.L.
8 Comments
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  • 30 septiembre, 2015 at 13:30

    Como siempre, una interesante reflexión. Enhorabuena, Miguel.

    Personalmente, y dada mi experiencia, prefiero mil veces un profesor que sepa enseñar a que sepa tocar. Ser profesor y transmitir pasión por lo que se enseña, implica (o debería) una gran vocación. Muchos consideran que por tener un título ya están preparados para enseñar, pero hace falta tener algo más: empatía y ganas de enseñar.

    He asistido a clases con solistas de orquestas muy importantes que me aportaron poco o nada y he tenido la oportunidad de aprender de flautistas que me gustan menos en su manera de tocar, pero que me han dado consejos que a día de hoy sigo recordando.

    Es una pena que la enseñanza se siga considerando todavía como el plan B, y que si te dedicas a ella es porque no eres lo suficientemente bueno como para estar en una orquesta…

  • Miguel Rodríguez
    30 septiembre, 2015 at 22:08

    Muchas gracias Elena, era un tema que tenía pendiente desde que estaba en el superior y me contaban historias de profesores que eran increíbles… y es que ¿para qué sirve que un tipo toque mucho y muy bien si no puede enseñarme a hacerlo? Esa estratificación de Plan A: solista, Plan B: segundo, Plan C: profesor en conservatorio, Plan D: profesor en escuela de música… no es más que un lastre a la hora de cumplir las metas de cada uno.

    Me alegro de no ser el único que piensa así!

    Gracias otra ves!

  • 1 octubre, 2015 at 12:25

    Hola. Me ha parecido muy interesante. Yo me inclino mas por el docente que sabe aplicar distintas soluciones al mismo problema segun el alumno (en mi caso el violin) . Pero el profesor tampoco debe estar completamente desvinculado de los escenarios o la interpretacion pues entonces el alumno heredara esa carencia del profesor frente al publico.

    • Miguel Rodriguez
      1 octubre, 2015 at 18:23

      Por supuesto, en el articulo se exponen dos casos contrarios, pero evidentemente lo ideal es una mezcla de ambos.

      Gracias por leerme y participar!

      • XIMENA HINOJOSA MELLA
        14 marzo, 2016 at 17:49

        Muy interesante pregunta….creo que un mùsico , un interprete , de por si sabe ESCUCHAR… o por lo menos asì lo entiendo yo. Asì que por demàs ESCUCHARÀ A SU ALUMNO COMO MÚSICO DE CUERPO ENTERO Y ATENDERÁ SUS NECESIDADES , LAS CUALES SON DIFERENTES EN CADA ALUMNO. Entiendo que por ello se llama INTÉRPRETE , CAPAZ DE INTERPRETAR CÒDIGOS TAN COMPLEJOS COMO LOS SONOROS , COMPLETAMENTE TEMPORALES E IRREPETIBLES EN EXACTITUD CADA VEZ QUE SE TOCA. POR LO QUE SE DA POR DESCONTADO QUE SABRÁ INTERPRETAR LO QUE NECESITA SU ALUMN@, AUN CUANDO ESTE NI SI QUIERA LO DIGA , YA QUE ENTIENDE DE SILENCIOS….CÓDIGOS.

  • Paganiño
    26 octubre, 2015 at 01:47

    Como profesor y profesional hace años, viendo parte del ganado que me rodeaba de estudiante y ahora de profesor, tengo que decir que, como en la magia, tiene que haber neuronas y estudio «matemático» para poder resolver un pasaje viéndolo tocar a otro. Antes se podía con menos años de carrera. También, que no existe la facilidad, sino la destreza, de tal manera que si un «virtuoso» no te enseña algo es porque no quiere, y si no, que no te cobre, se deje de cuentos y sea honesto. De un tiempo a esta parte de están denigrando aún más las enseñanzas superiores de música por parte de la administración, pero también por parte de ciertos «profesionales» del sector. Con todos los medios que existen ahora, no os apoyéis sólo en un profesor. Tenéis que volar, investigar. Cuando alguien llega a un superior lleva diez años o más teniendo que haber aprendido toda la autonomía posible. ¡Es el grado profesional!
    ¡Ánimo!

  • Fernando
    12 marzo, 2016 at 08:28

    Doy gracias que yo tengo una Maestra de violín excelente como docente y a la hora de interpretar, perfecta combinación. 🙂
    Excelente artículo y muy interesante, todos nos hemos preguntado eso a lo largo de nuestro estudio y preparación como profesionales en el maravilloso arte de la Música 🙂

  • Josué Sichaca
    18 marzo, 2016 at 00:53

    Hola a todos, quisiera hablar de algo muy importante antes de tomar la decisión de ser pedagogo o no, es el de ser músico profesional.
    Existe una creencia que el abilidoso (mal llamado virtuoso) es el músico ideal…
    Para mí el músico ideal debe tener cuatro aspectos en excelente nivel o al menos en una mejora constante sin dejar ninguno de lado.
    Pensar, escuchar sentir y tocar. Estos elementos funcionando al mismo tiempo y en el mismo lugar.
    Pensar musicalmente, es para mí tener todos los aspectos teóricos ritmo-armónico-melódicos claros no sólo de alturas y duraciones.
    Escuchar, todo aquel entrenamiento que permite además de una audición que identifique las características de cualquier discurso musical.
    Sentir, ser consciente de cómo las experiencias de vida afectan la interpretación musical, hay unas experiencias pueden ser controladas o propiciadas por nosotros y otras que no; me refiero a las experiencias de vida que podemos controlar, leyendo libros que aporten a un buen sentir, lo mismo que alimentarnos viendo buenas películas manteniendo conversaciones al menos medianamente inteligentes etc..
    Tocar, tiene que ve con todo el desarrollo mental tanto como conocimiento corporal que permitan un dominio de los movimientos con el fin de hacer que todos pasajes del discurso musical estén bajo control, entendiendo que la técnica está al servicio de la música y no lo contrario.

    Si ese músico desarrolla estos cuatro aspectos, claramente puede ser un buen profesor, ya que tenerlos en excelente nivel implica reflexiones profundas donde su primer estudiante es él mismo.

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