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El órgano del mar, el mayor icono turístico de Zadar (Croacia) llega a los diez años cumpliendo el sueño de muchos compositores a lo largo de la historia: dar voz al mar.
El concierto de Las Cuatro Estaciones de Antonio Vivaldi está considerada una de las mejores piezas musicales inspiradas en la naturaleza. A decir verdad, solo puede haber algo que supere en creatividad y alcance a la delicada melodía del genio italiano: dejar que sea la naturaleza la que cree la música. Esta es la premisa que en 2005 permitió levantar un gigantesco órgano del mar en la costa dálmata que constituye una experiencia sonora única.
El arquitecto croata Nikola Bašić ha revivido un viejo instrumento griego, el hydraulis u órgano acuático, a través de una compleja estructura de hormigón y mármol que se extiende a lo largo de 70 metros. Cuando el oleaje impacta contra los escalones, en los que se han abierto orificios de distinto tamaño y longitud, se originan sonidos intensos y siempre diferentes. Dicho de otro modo, Bašić ha construido un gigantesco órgano para que el mar se exprese.
Es más, dado que las olas del mar siguen ciertos patrones, no es difícil distinguir incluso melodías base que se repiten periódicamente, variando en intensidad y duración. No es una experiencia nueva, ya se hizo algo similar en San Francisco con el Wave Organ, pero sí que es la que, a juicio de expertos y visitantes, más eficazmente ha logrado captar el mensaje que nos envían las aguas del Adriático.
Para dotar de mayor monumentalidad al conjunto, el órgano del mar se encuentra dentro de lo que parece un anfiteatro clásico. Esta superficie circular cobra verdadero sentido al caer la noche, cuando se ilumina con los colores más variados. Según los promotores, se trata de un palco para que los planetas asistan al concierto del mar. Simbolismos al margen, este círculo es el mejor emplazamiento para escuchar el órgano.
Obviamente, no se trata de un instrumento al uso que pueda incluirse como parte esencial de una composición para orquesta debido a sus infinitas variaciones rítmicas y tímbricas. No obstante, un compositor especialmente virtuoso sí que sabría integrar los sonidos como efectos sonoros secundarios. La combinación entre el factor humano y el carácter indómito del mar puede suponer un espectáculo inédito.
En cualquier caso, la mejor experiencia sensorial que puede disfrutarse en este punto no requiere de la intervención del hombre para nada. Dado que las puestas de sol frente al Adriático son especialmente célebres, acercarse a la costa para ver cómo el mar se despide musicalmente del sol sorprende y sobrecoge a partes iguales.
Foto: Clark & Kim Kays